Lo hemos conseguido. Hemos hecho un pitching maravilloso, hemos captado su atención y entonces, el productor, hace un hueco en su apretada agenda (las venden así, apretadas) y nos invita a comer. Siempre nos invitan a comer.
Tras duras deliberaciones sobre qué vestuario sería el apropiado, descartamos la camiseta negra descolorida con el logo de Sitges '98. El traje, si no estamos acostumbrados, nos sienta como a un coche una persiana, así que optar por los tejanos de siempre y una camisa no parece una mala elección.
Nos presentamos en el restaurante quince minutos antes. Nuestro interlocutor llega, quince minutos más tarde de la hora convenida, con el móvil pegado a la oreja - no nos olvidemos de su apretada agenda- nos ponemos en pie dispuestos a estrecharle la mano mientras él termina su conversación. Ahí, en pie, dudamos si ofrecerle la mano, retirarla, volver a sentarnos o salir corriendo. Cuelga, por fin y nos saluda con su mejor sonrisa.
Una vez a la mesa os recomiendo olvidaros de pedir ensaladas y demás platos con tendencias francotiradoras. Seas tú la víctima o lo sea él, el apuro es enoooorme.
Y para beber, agua. Clara y fresquita.
Durante la comida, no tratéis de convencerle con un nuevo pitching: si estamos ahí es porque nuestra historia YA le interesa. Existen dos tipos de productores, los que preguntan y los que no. Los más peligrosos son éstos últimos. Su objetivo es saber si eres, de verdad, un guionista o simplemente un tipo al que se le ha ocurrido una buena idea. Con los que preguntan resulta más sencillo. No en vano conocemos - o deberíamos conocer- perfectamente nuestra historia.
Lo más frecuente es que te hable de su productora, de sus objetivos a corto y medio plazo, de sus éxitos recientes... no está de más que sepamos cuáles son y en la medida de lo posible, haber visto alguna de sus películas... queda bien y crea confianza.
Durante la comida, como buen descastado, nos preguntaremos cuándo va a poner frente a nosotros el deseado contrato. Quizás sea a los postres... puede que nos lleve luego a su despacho. ¡Despierta! lo más lejos que nos va a llevar es al huerto: no lleva ningún contrato en el bolsillo de la americana. Nos pedirá desarrollar - Oh Tierra, trágame- el guión.
Y ahí, mis queridos amigos, es cuando hemos de decir nones.
Con dos cojones.
Hay que dejar clara una cosa: no nos negamos a escribir. A lo que debemos negarnos siempre, siempre, es a escribir gratis. Ellos saben, oh sí, que escribir un guión es un trabajo. Y los trabajos se cobran. Lo más razonable es llegar a un acuerdo mediante la firma de un contrato.
Si no entra en razón... agradecedle la invitación, despediros cortesmente y mantened en secreto vuestro oscuro lamento por no haber pedido una gran ensalada con mucho aliño.
martes, 21 de febrero de 2012
lunes, 20 de febrero de 2012
lo que hay que tener...
Lo que hay que tener...
como lector de guiones para una importante agencia de casting situada en Madrid (si quieren publicidad que la paguen) os desalentaré al deciros que se escribe una cantidad ingente de guiones. Muchos, muchísimos, tantos que se ven obligados a recurrir a terceros para leerlos todos.
Para un guionista, dedicarse a esta tarea es algo inquietante; lo que quieres de verdad es que te lean a ti. Aparte de cobrar por ello - apenas da para cubrir la factura de la luz - lees decenas de historias de escritores que pretenden ser guionistas, pero cuyos defectos en la forma en que están presentadas denotan un alto grado de amateurismo. Un guión debe parecer justamente eso, un guión y es muy triste que tanto trabajo, tantas horas, tantas ilusiones, sean descartadas en menos de un minuto a la hora del café.
Dije que lo imprescindible era el TRABAJO y me batiré al alba con cualquiera que se atreva a rebatirme, pero por supuesto, si de verdad uno quiere llegar a dedicarse a esto, tiene que saber qué aspecto tiene un guión. Y eso se aprende. Existen muchísimos cursos, libros y guiones publicados, como para conseguir, al menos, que nuestro sueño no acabe nivelando una mesa coja.
El guión es estructura
Desde su origen. Desde la primera escaleta. Desde el primer argumento... ESTRUCTURA.
Todos los guionistas llevamos tatuada esa palabra en el culo, pero lo llevamos en secreto. Es nuestra herramienta básica de trabajo - la estructura, no el culo - y es lo que consigue que cuando a alguien (productor-director-actor) se le ocurren aquellos pequeños y maravillosos cambios para nuestra historia, no saltemos de una octava planta.
como lector de guiones para una importante agencia de casting situada en Madrid (si quieren publicidad que la paguen) os desalentaré al deciros que se escribe una cantidad ingente de guiones. Muchos, muchísimos, tantos que se ven obligados a recurrir a terceros para leerlos todos.
Para un guionista, dedicarse a esta tarea es algo inquietante; lo que quieres de verdad es que te lean a ti. Aparte de cobrar por ello - apenas da para cubrir la factura de la luz - lees decenas de historias de escritores que pretenden ser guionistas, pero cuyos defectos en la forma en que están presentadas denotan un alto grado de amateurismo. Un guión debe parecer justamente eso, un guión y es muy triste que tanto trabajo, tantas horas, tantas ilusiones, sean descartadas en menos de un minuto a la hora del café.
Dije que lo imprescindible era el TRABAJO y me batiré al alba con cualquiera que se atreva a rebatirme, pero por supuesto, si de verdad uno quiere llegar a dedicarse a esto, tiene que saber qué aspecto tiene un guión. Y eso se aprende. Existen muchísimos cursos, libros y guiones publicados, como para conseguir, al menos, que nuestro sueño no acabe nivelando una mesa coja.
El guión es estructura
Desde su origen. Desde la primera escaleta. Desde el primer argumento... ESTRUCTURA.
Todos los guionistas llevamos tatuada esa palabra en el culo, pero lo llevamos en secreto. Es nuestra herramienta básica de trabajo - la estructura, no el culo - y es lo que consigue que cuando a alguien (productor-director-actor) se le ocurren aquellos pequeños y maravillosos cambios para nuestra historia, no saltemos de una octava planta.
Bautizando el blog.
La idea matriz
Bienvenidos y pónganse cómodos.
Aún le estoy dando vueltas a la idea matriz de este lugar. La idea que ha de sostener la estructura de la historia, el faro que ha de guiar todo aquello que aquí se escriba, el punto de partida, la sensación que el lector ha de llevarse una vez visite este blog... pero algo saldrá y espero que sea lo suficientemente dramático como para ser de interés. La idea matriz, en la escritura de un guión, es justamente eso: la idea que, conteniendo conflicto y movimiento, nos permite dar comienzo a todo. Es algo vago, un punto por el que pueden pasar infinitas historias... de nosotros depende escoger la mejor.
Los descastados
Lejos de pretender ser lugar de culto para veteranos, estas letras van dedicadas a los "descastados"; aquellos que pretenden, quieren, desean, buscan, trabajan para convertirse algún día en guionistas. Puede que acaben de empezar, que no se atrevan - con la que esta cayendo- a dejarlo todo para escribir; puede que crean que todo va a dedo, que los que escriben guiones son una secta de elegidos, que es imposible entrar, que son demasiadas puertas a las que llamar. Y todo eso es cierto... y es mentira. Trabajo, trabajo y TRABAJO. No hay otro secreto: ESCRIBIR. Y hay que hacerlo a diario, respetando y haciendo respetar ese tiempo como lo más sagrado del día.
Cuando ejercí como profesor de Narrativa Audiovisual, una de las preocupaciones más frecuentes entre los asistentes era saber si, al final del curso, se haría entrega de algún tipo de titulación, o diploma. Llevo en esto el tiempo suficiente para aseguraros que nunca, nunca, ningún productor me ha pedido algo semejante a un documento que acredite mi condición de guionista. A los productores les interesan las buenas historias y es eso lo que llevamos bajo el brazo... o deberíamos.
Para comenzar
Por ser el primer día, voy a proponeros un ejercicio sencillo pero sorprendente.
Reservaros los primeros cinco minutos del día. Cuando digo los primeros cinco minutos quiero decir justamente eso: los primeros cinco minutos, antes incluso de ir al baño, tomar un café, o entrar en vuestra cuenta de correo...
Preparad un reloj para controlar el inicio y el final del ejercicio (mejor dejadlo listo por la noche), poneos frente al papel, o frente al ordenador y escribid TODO lo que se os pase por la cabeza, tenga o no sentido. Lo importante es no detenerse en ningún momento. Si lo que estás pensando es "no se me ocurre nada y mi vejiga está a punto de estallar" escribid eso. No vamos a enseñarle lo que escribimos a nadie, así que no penséis en gramática, ni coherencia. Cinco minutos de escritura. Fácil ¿verdad? Pues adelante.
Suficiente para desentumecer nuestros músculos creativos.
Os propongo hacerlo durante una semana.
Bienvenidos y pónganse cómodos.
Aún le estoy dando vueltas a la idea matriz de este lugar. La idea que ha de sostener la estructura de la historia, el faro que ha de guiar todo aquello que aquí se escriba, el punto de partida, la sensación que el lector ha de llevarse una vez visite este blog... pero algo saldrá y espero que sea lo suficientemente dramático como para ser de interés. La idea matriz, en la escritura de un guión, es justamente eso: la idea que, conteniendo conflicto y movimiento, nos permite dar comienzo a todo. Es algo vago, un punto por el que pueden pasar infinitas historias... de nosotros depende escoger la mejor.
Los descastados
Lejos de pretender ser lugar de culto para veteranos, estas letras van dedicadas a los "descastados"; aquellos que pretenden, quieren, desean, buscan, trabajan para convertirse algún día en guionistas. Puede que acaben de empezar, que no se atrevan - con la que esta cayendo- a dejarlo todo para escribir; puede que crean que todo va a dedo, que los que escriben guiones son una secta de elegidos, que es imposible entrar, que son demasiadas puertas a las que llamar. Y todo eso es cierto... y es mentira. Trabajo, trabajo y TRABAJO. No hay otro secreto: ESCRIBIR. Y hay que hacerlo a diario, respetando y haciendo respetar ese tiempo como lo más sagrado del día.
Cuando ejercí como profesor de Narrativa Audiovisual, una de las preocupaciones más frecuentes entre los asistentes era saber si, al final del curso, se haría entrega de algún tipo de titulación, o diploma. Llevo en esto el tiempo suficiente para aseguraros que nunca, nunca, ningún productor me ha pedido algo semejante a un documento que acredite mi condición de guionista. A los productores les interesan las buenas historias y es eso lo que llevamos bajo el brazo... o deberíamos.
Para comenzar
Por ser el primer día, voy a proponeros un ejercicio sencillo pero sorprendente.
Reservaros los primeros cinco minutos del día. Cuando digo los primeros cinco minutos quiero decir justamente eso: los primeros cinco minutos, antes incluso de ir al baño, tomar un café, o entrar en vuestra cuenta de correo...
Preparad un reloj para controlar el inicio y el final del ejercicio (mejor dejadlo listo por la noche), poneos frente al papel, o frente al ordenador y escribid TODO lo que se os pase por la cabeza, tenga o no sentido. Lo importante es no detenerse en ningún momento. Si lo que estás pensando es "no se me ocurre nada y mi vejiga está a punto de estallar" escribid eso. No vamos a enseñarle lo que escribimos a nadie, así que no penséis en gramática, ni coherencia. Cinco minutos de escritura. Fácil ¿verdad? Pues adelante.
Suficiente para desentumecer nuestros músculos creativos.
Os propongo hacerlo durante una semana.
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